Carajo, que enfermedad tan molesta. Hay que vivirlo para saber cómo cada pepita de esas es capaz de acabar con la paciencia de uno y hacer tu vida miserable por espacio de una semana o más.
Sabes, siempre escuchamos historias de gente que dice: ”a mi me salieron hasta en los ojos” o “ a mi en la garganta”, no importa donde te coño te salgan, todas son igual de insoportables.
Para mi la enfermedad tiene tres etapas,
PRIMERA – LA NEGACION. En esta primera etapa es cuando empiezas a sentirte un poco mal, osea malestar general, pero piensas que es porque tuviste un mal día en la oficina y no le paras. Después, accidentalmente te descubres una pepita en algún lado de tu cuerpo que advierte su presencia con una “decente” picazón, sigues sin pararle pensando que te picó un zancudo y al siguiente día te das cuenta de que tienes dos o tres mas de esas pepitas, hasta que terminas reconociendo dolorosamente que… es LECHINA.
SEGUNDA – LOS FANTASMAS. Aparecen todo tipo de miedo y los cuestionamientos. Coño, yo he escuchado que cuando uno es grande puede tener serias complicaciones, y buscas de forma desesperada en Internet para confirmar tus temores, o piensas, menos mal que no estoy embarazada, y menos mal que me había inmunizado hace un par de años, porque sino, quien sabe qué me hubiese pasado, mínimo me hubiese dado neumonía y comentas “imagínate que los bebes pueden hasta salir ciegos”. Durante la noche te acuestas “programado” para no rascarte, porque sus cicatrices te marcaran y acompañaran el resto de tu vida. Por último en ésta etapa el temor de levantarse y mirarse al espejo y corroborar que efectivamente han salido mas…
TERCERA – LA PICAZON. Dios mío, la peor de las fases, es un estado de indefensión total. Siempre que a uno algo le pica, el arma es rascarse, pero no, la lechina te degrada, no puedes hacer nada frente a ella, es como si se burlara de ti. Lo intenso de la picazón es algo que creo que no poder describir, lo único que me ayudó fue la respiración que me enseñaron en la yoga y la concentración. Ah, nada como cuando empiezas a contarle a la gente; empieza todo lo arraigado en el imaginario popular, que si…échate aguardiente claro, agua de avena, pasta al agua, báñate 10 veces al día, en fin, mis respuestas en la mayoría de los casos fueron: “ya me mandaron un antihistamínico y punto”, de resto, caladryl que gracias a la evolución de las fórmulas farmacéuticas ahora viene transparente, porque recuerdo que hace 20 años uno quedaba empatucado de una crema rosada horrorosa que te denigraba aún más, jajajajaja.
En fin, a Dios gracias ya estoy mucho mejor, ahora veremos si quedaré o no marcada (seguro que en la cara, porque su presencia no puede pasar inadvertida) para siempre por la coño e´ madre ésta…