jueves, 5 de enero de 2006

Los recuerdos de la niñez

Es Navidad y estoy en casa de mi madre como es costumbre desde hace 30 años, en la casa del pueblo que me vió nacer y sin más, un día cualquiera como hoy me siento en el patio de la casa simplemente a deleitarme de cinco minutos de soledad y comienzo a detallar cada espacio de ese patio, la mata de guayaba que siempre estuvo, la carretilla de mi difunto tío Carlos, la mata de café que un día cualquiera mi abuela sembró y que de niña pensé que ibamos a poder moler ese café nosotras mismas para tomar en la mañana y de pronto comienzo a tener vívidos recuerdos de mi niñez en ese patio, me encantaba jugar en el, siempre me he sentido atraída por la naturaleza, recuerdo que podía recrear todo un mundo de experiencias, persiguiendo hormigas y viendo como crecían las guayabas de ese arbol, recuerdo que de pronto siempre aparecían cotejos, éstos son unos reptiles que me llevaban a la era de los dinosaurios y fantaseaba con ello y oir a muchos pajaritos de distintos colores volando alrededor del arbol comiendose las guayabas y como pago deleitándome con su cantar.
También el patio estaba lleno de misterio, porque es contiguo al patio de la casa que una vez hace muchos años perteneció a la familia Herrera, que cuenta la historia que una vez iban a sacar un “entierro” y cuando ya casi lo tenian afuera zas, una fuerza poderosa lo catapulto al fondo de la tierra, y se cuenta que quien en la noche vea una luz blanca es el elegido para sacar ese entierro, no crean que cualquiera puede apropiarse de esas morocotas, no que va!
De niña me sentia como boyscout en ese patio de 3mts cuadrados pero que eran inmensos a la edad de ocho años, luego crecemos y en algunos casos como el mío ese patio nos quedó pequeño y el pueblo también y hasta te sientes ciudadano del mundo, como si tuvieras libertad de pertenecer a todo el planeta, pero es lindo cuando vuelves al origen, y a las cosas sencillas que hicieron quien soy ahora. Tambien hoy me preguntaba lo mismo de siempre, porque tienen que salir podridas esas guayabas, jeje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es increible como es nuestra percepción de las cosas cuando somos chicos. No se ustedes, pero yo a veces extraño esas épocas cuando nuestra imaginación volaba libre. Algo que siempre me divierte mucho, es escuchar explicaciones fantaseosas de un chico, me hacen acordarme de cuando uno creia fielmente en esas historias fantásticas, que podían ser completamente verdaderas.