martes, 17 de junio de 2008

Primera carta para Augusto (escrita el 01-04-08)


Hijo, ésta es la primera carta que te escribo y debo confesar que en este instante sucumbo a la emoción extrema, mi pecho se contrae y las lágrimas corren por mis mejillas mientras mis dedos rápida y hábilmente teclean tratando de plasmar mis emociones y pensamientos para tí.
Hay tantas cosas que deseo contarte de mí, de tu papá, de la vida, que no sé por donde empezar.
Se acerca tu esperada y ansiada llegada, faltan escasos dos meses para que salgas de la bóveda natural en la que yo, tu mamá, te ha estado albergando durante éstos meses y aunque me quejo un poco te confieso que has sido un huésped extraordinario, haciéndome sentir viva, completa, contigo creciendo dentro de mí como el regalo más hermoso que Dios y la naturaleza han podido crear; “el milagro de la vida”.
Eres el producto del gran amor de tu papá y mío. El otro día le preguntaba a tu papá si no fantaseaba como yo con la idea de a quién te vas a parecer, y yo en lo particular desearía que tuvieras los firmes principios que rigen la vida de tu papá, su inteligencia, su calma y que tuvieras mi risa, mis sueños, pero eso no basta, vas a ser tú mismo, y al final, lo único que deseamos es que seas feliz, que cada día tengas un buen motivo para vivir y que haya mucha pasión en tu vida.
Desde ya estamos intentando ser los mejores padres del mundo, aunque al final todos tratamos de hacer lo mismo, tenemos un problema, no hay libro escrito. Cada familia lo va escribiendo cada día, con cada vivencia, pero solo una cosa te prometemos, nos vamos a empeñar en que seas un niño y luego un hombre feliz, completo.
Yo siempre adelantándome a todo, lo primero que deseamos es hacer de tu experiencia de llegada a éste mundo por ahora desconocido para tí un lugar cálido, vestir tu piel con algo mas que telas, vestirlo con nuestro derramado amor. Deseo poder alimentarte (esto nos toca juntos, pero tranquilo, parece que la cosa es instintiva), aprender a bañarte y que termines disfrutando de la experiencia del agua, a diferenciar los colores, a caminar, hablar, comer cuando tus dienticos salgan, en fin, hijo…
Te amamos, y te esperamos!
Mamá.